NO MÁS MÁQUINAS DE ESCRIBIR

En tiempos de IA, la mejor estrategia cabe en una sola página y exige convicción para ejecutarla

Cuenta la leyenda que en 1980, Mike Scott, presidente de Apple, envió una nota interna de una sola página con el asunto:

“Effective immediately!! No more typewriters are to be purchased, leased, etc.”

Y añadía una meta contundente:

“By 1-1-81, no typewriters at Apple. We believe the typewriter is obsolete. Let’s prove it inside before we try and convince our customers.”

Eso era todo. Sin matrices, sin diagnósticos, sin planes kilométricos.

Una frase bastó para condensar una dirección estratégica:

Si queremos cambiar al mundo, empecemos por cambiar cómo trabajamos nosotros. Esa nota explica mejor que cualquier manual lo que significa una estrategia simple y viva:

-Es clara; todos la entienden.
-Es relevante; conecta con la misión.
-Es ejecutable y medible; se traduce en acción inmediata.

Muchos hemos pasado por la experiencia de procesos de planificación estratégica “tradicional”, que toman demasiado tiempo, salen demasiado caros y presuponen que entre más amplio el PDF, más robusta la estrategia, es decir, mejor preparada la organización para “controlar” el futuro. Pues resulta que para cuando ese plan está diseñado, el entorno ya no es el mismo de cuando se inició.

No pocas organizaciones hoy siguen atrapadas en la falacia de la planificación: creer que un plan más amplio, más complejo, equivale a una mejor estrategia. Con esto no quiero decir que tenemos que caer en la dictadura del “tuit”, 280 caracteres o menos, pero sí que es evidente que aquellos viejos y enormes PDFs que llamábamos planes estratégicos hoy sirven de muy poco.

Hace apenas dos años, la palabra Chatgpt no le hacía mucho sentido a la mayoría de la gente. Hoy según las últimas encuestas el 65% de los consumidores en América Latina usan IA, una tecnología que es capaz de escribir un diagnóstico organizacional con datos en cinco minutos, por el que antes un consultor hubiera invertido muchísimas horas.

Estamos claros que esto es apenas el comienzo. Sam Altman -esa especie de gurú que hoy esta en el centro de poder de OpenAI- acaba de decir hace algunas semanas que los proximos 18 meses lo cambiaran todo en términos del impacto de la IA. En 2022 todavía hablábamos de entornos VUCA para describir aquellos entornos organizacionales Volátiles, Inciertos, Complejos y Ambiguos. Cuando escribo esto, a finales de 2025, siento que hablar de entornos VUCA es hablar del pasado.

En ese entorno de mega volátilidad, planificar a tres años se vuelve una apuesta arriesgadísima, ya no digamos la locura que es plantearse un plan de cinco años.

La estrategia debe servir para algo. La planificacion contemporánea debe centrarse en definir un cómo compartido.

No es una lista de tareas, sino un marco común para actuar, decidir y adaptarse cuando todo cambia.

Aquí entra la planificación ágil, que sustituye la rigidez por ciclos de aprendizaje continuo. Planificar ya no es predecir, sino aprender en movimiento. Hoy con nostalgia toca decir que aquellas encerronas anuales o semestrales de planning estan totalmente obsoletas. Hoy la planificación es iterativa y capacidad de moverse rápido sin perder sentido.

El ejemplo de Apple es por eso mas que ilusrativo: Eliminar las máquinas de escribir no era solo eficiencia, era una declaración de identidad, a partir de un one-pager.

Cada organización tiene su propia “máquina de escribir” que debe soltar para avanzar, y su propia nota de una página que necesita escribir para dejarle saber a todos para donde empujar el barco.

Hoy, en la era de la IA y la incertidumbre permanente, la pregunta estratégica esencial no es “¿qué haremos?”, sino:

¿Cómo seguiremos actuando con claridad, agilidad y propósito… y con mucho compromiso para ejecutarlo?

La estrategia que importa no es la que se escribe, sino la que se vive. Por eso quizá la próxima estrategia no se mida por su tamaño, sino por cuántas personas la pueden explicar en una sola oración.

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